Quiero expresar aquí mis razones para aspirar a la Diputación de Santo Domingo Norte, especialmente a mi familia de la fe.
Pareciera una contradicción que un pastor aspire a un cargo político. Donde quiera que un cristiano se presenta a una posición política hay fuertes reacciones porque la política es considerada un negocio sucio, para ambiciosos y charlatanes.
Estoy convencido que el Reino de Dios no está conectado ni depende de los gobiernos terrenales.
El mundo del cual los cristianos debemos preocuparnos es el reino espiritual, no el temporal.
Al mismo tiempo, sé que soy un embajador de Cristo en la tierra y siento la necesidad de representar y defender a mi pueblo desde esa posición, porque si le dejamos las posiciones de poder y autoridad sólo a los que son del mundo, ¿qué nos espera?
Los funcionarios que elegimos pueden proteger nuestros derechos y libertades para adorar a Dios y difundir el evangelio, o pueden restringir esos derechos, especialmente mientras más nos acercamos al tiempo del fin.